A mediados de los 90 es contratado por la empresa Dreamworks SKG (de la mano del todopoderoso Steven Spielberg), para componer la que será su primera aventura musical; la banda sonora del videojuego The Lost World: Jurassic Park (que además tiene el mérito de ser el primer videojuego de la historia con música orquestal grabada).
Tras este prometedor comienzo lleno de acción, muchos críticos coinciden en destacar la partitura de Giacchino como lo más destacable de esta producción. Poco después es requisado para componer la partitura de otro título de la plataforma Playstation: Small Soldiers.
Dentro de este panorama, su gran obra cumbre a destacar será en la saga Medal of Honor. En esta serie realiza un soberbio acompañamiento a través de unas partituras militares llenas de dinamismo y marchas que rivalizan con las mejores bandas sonoras de películas bélicas como el Patton de Jerry Goldsmith o La Gran Evasión de Elmer Bernstein. En esta época se le empieza a comparar con el maestro John Williams, por reminiscencias en su trabajo (la interpretación de la orquesta recuerda a ciertos momentos de Indiana Jones y la Última Cruzada o El Patriota). Pronto comienzan a editarse estos trabajos en disco para deleite de los aficionados, algo bastante inusual dentro del mundo de los videojuegos.
Así mismo, la magnitud de estas obras, le permite ser elegido para otra serie del mismo calibre llamada Call of Duty y Secrets Weapons over Normandy.
Prosigue su carrera dentro del, cada vez más solicitado, mundo del videojuego mientras alterna con una serie de trabajos cinematográficos. Pone música a películas como Mi hermano el cerdito o La Redención del fantasma que no consiguen situarlo dentro de la industria debido a su ínfima calidad.
El gran salto llega en 2004, año en el que Brad Bird, director de la infravalorada El Gigante de Hierro, estrena para el estudio de animación Pixar el largometraje Los Increíbles, una ácida historia de superhéroes que han perdido el control de sus poderes por la rutina.
El director intenta contratar al legendario John Barry para darle a la película el estilo de sus partituras de James Bond escritas en los años 60. Contra todo pronóstico, Barry no quiere volver a trabajar en cine (su última obra fue Enigma en 2001) realizando un refrito de antiguos motivos y temas conocidos. Es entonces cuando Bird decide fichar a Giacchino otorgándole la oportunidad de trabajar en una superproducción de animación.
Resulta curioso que Giacchino fuese elegido para un proyecto de estas características. Cabe recordar que por entonces el compositor fetiche de los estudios Pixar era Randy Newman, el cual había logrado reflotar su carrera gracias a sus canciones para Toy Story y su premio Oscar por Monstruos S.A. Contra todo pronóstico, la producción anterior del estudio, Buscando a Nemo, había sido resuelta en el ámbito musical por Thomas Newman con extraordinarios resultados. Pero parece que ninguno de los Newman estaba dispuesto a trabajar en esta nueva producción (lo más lógico es que se decantasen por otros proyectos ya que ambos han seguido trabajando con el estudio).
Giacchino aprovechó la jugada y crea un auténtico mundo musical lleno de referencias (a modo de homenaje y pseudo parodia) del ya citado universo Bond con influencias claras a las producciones de los 60. En palabras de Bird extraídas del libreto del cd: «Buscaba un sonido grande, valiente, tocado con colores por una orquesta con océanos de vientos de metal, música con el tamaño y barrido emocional de las bandas sonoras tradicionales sinfónicas pero filtrada a través de lo divertido del jazz y la explosiva simplicidad del rock».
Todo un pelotazo en el ámbito musical que le hace merecedor de nominaciones a premios tan importantes como el Grammy y ganador del galardón de los críticos de Los Ángeles a la mejor banda sonora del año.
Acto seguido, el artista será solicitado para componer música a productos menores como Sky High, una escuela de altos vuelos o La Joya de la Familia hasta que J.J. Abrams, dispuesto a convertirse en su colaborador habitual, le solicita para dos mega producciones. Abrams consigue dar el salto a la dirección cinematográfica, de la mano de Tom Cruise y Paula Wagner, para hacerse cargo del cierre de la trilogía Misión Imposible. Giacchino adapta la partitura de la serie original (escrita por Lalo Schifrin) creando un trabajo más que correcto pero que carece de la originalidad y frescura de sus anteriores obras.
Al mismo tiempo, Abrams se vuelca en una nueva serie televisiva sobre un grupo de personas que queda atrapada en una isla: Lost. Serie enigmática donde las haya, permite al compositor experimentar con temas claustrofóbicos y oscuros, creando toda una constante atmósfera de inquietud con sonido orquestal. Su creación musical para el episodio piloto le lleva a ganar el premio Emmy.
Al mismo tiempo en que recibe estos homenajes, trabaja en 2 películas que le permite homenajear a compositores japoneses. Speed Racer es un fallido intento de los hermanos (ahora hermano y hermana) Wachowski de regresar a las grandes pantallas tras desarrollar el universo Matrix. En esta partitura el artista emula los sonidos de Nobuyoshi Koshibe y Yoshida Yoshiyki para la serie original resultando en una partitura bastante convencional. En Monstruoso contribuye con una suite final de títulos de créditos que bebe de los famosos trabajos de Akira Ifukube para las películas del monstruo Godzilla y que resulta ser una de las mejores piezas musicales del año.
En 2009 se produce su mayor triunfo. En Mayo, Abrams vuelve al cine con su versión actualizada de Star Trek. Siguiendo los pasos de nombres clásicos como Jerry Goldsmith o James Horner, Giacchino crea una partitura que merece situarse como una de las mejores del género. Con un nuevo tema para la nueva generación, la obra supone toda una revelación en el género llena de aventura y motivos épicos.
Compone una partitura decente para La Tierra de los Perdidos, la cual no tiene mucha relevancia pero al mismo tiempo, Giacchino vuelve a colaborar con Pixar en Up. Podemos afirmar que se trata del largometraje más maduro del estudio, cuenta la historia agridulce de un anciano que busca cumplir el sueño de su difunta esposa: trasladar su hogar a las cataratas Paraíso.
En este marco dramático, la partitura es pura nostalgia, melancólica y llena de sentimiento. Al comienzo del metraje, una escena destaca de todas las demás. Se narra el paso del tiempo del matrimonio a través del empleo de imágenes y la banda sonora, creando uno de los momentos más inolvidables de la historia de la música de cine.
Esta obra maestra lleva a Giacchino a alzarse con todo tipo de premios: Grammy, Globo de Oro, Bafta… Consigue ganar el Oscar*, consiguiendo ser la primera película del estudio en recibir dicho galardón. Sin embargo resulta irónico que Disney no se haya atrevido a editar la banda sonora más que en formato digital (a través de Itunes) haciendo rabiar al aficionado coleccionista que ansia tener en sus manos una copia del disco original.
Tras este repaso de la carrera de Michael Giacchino, podemos afirmar que es el compositor a observar. Junto a nuevos nombres de la música de cine como Alexandre Desplat o Dario Marianelli, consolidan una generación capaz de potenciar las películas utilizando la orquesta en su máxima plenitud, creando una sensación de sonidos y melodías que nos remiten a los mejores tiempos del cine.
Por último me gustaría hacerle saber al lector que Michael Giacchino ha sido designado para ser Presidente de Honor del Congreso de música de cine que se celebra en Julio en la ciudad de Úbeda (Jaén). Será una oportunidad para conocerle y saber cuáles son sus expectativas de trabajo tras esta pasada década llena de logros.
Para más información:
*Discurso de Michael Giacchino al recoger el Oscar:
When I was nine and I asked my dad, «Can I have your movie camera? That old, wind-up 8 millimeter camera that was in your drawer?» And he goes, «Sure, take it.» And I took it and I started making movies with it and I started being as creative as I could, and never once in my life did my parents ever say, «What you’re doing is a waste of time.» Never. And I grew up, I had teachers, I had colleagues, I had people that I worked with all through my life who always told me what you’re doing is not a waste of time. So that was normal to me that it was OK to do that. I know there are kids out there that don’t have that support system so if you’re out there and you’re listening, listen to me: If you want to be creative, get out there and do it. It’s not a waste of time. Do it. OK? Thank you.
Deja un comentario: