Con Jack Reacher el cuasioscarizado Tom Cruise (cuenta con tres nominaciones) ha buscado (y producido) un proyecto (uno más) en el que lucir aptitudes físicas y derrochar carisma por los cuatro costados, como haya hecho por ejemplo en «sus» misiones imposibles o El último samurai (por citar títulos de la última década). Aunque a diferencia de la franquicia de espionaje, este film huye de la acción y la espectacularidad para amoldarse a los parámetros del thriller policiaco setentero.
Tom Cruise interpreta a un protagonista cuya forma de ser y actuar despierta más interés que la propia trama. Toda la atención recae sobre él aún cuando apenas se nos dan detalles acerca de su pasado y por qué es como es. No importa, el misterio que le envuelve es un motivo más para que acapare todas las miradas. Jack Reacher es quien manda, lo demás es secundario.
Así, el resto del reparto (destacando la maldad de Werner Herzog y el entusiasmo de Robert Duvall) queda ensombrecido ante la presencia del personaje creado por Lee Child (el film se basa en Un disparo, novena entrega la serie de novelas protagonizadas por este héroe, de las que hay un total de 17 obras publicadas), un ex-investigador militar que sin trabajo ni vivienda fija viaja por todo EEUU «solucionando problemas». Dos son las fuentes fílmicas que se le pueden encontrar a la encarnación de Cruise: Jason Bourne y El Equipo A. Mientras la primera responde más a la forma actual de enfocar este tipo de personajes y producciones, así como su sentido del espectáculo; la segunda apunta más al fondo del investigador. No es un héroe ni pretende serlo, solo intenta hacer lo correcto, hace lo que debe.
El foco de atención que ocupa Reacher no desmerece, ni de lejos, el eje central de la historia. La investigación que mueve la trama está cargada de giros (muy efectivos) que ponen bajo sospecha a todo el mundo y evitan en gran medida que el espectador más avispado se adelante a los acontecimientos. En este sentido, Christopher McQuarrie (director y guionista) juega con las expectativas del público en favor de la historia, cuya resolución nos mantiene en vilo hasta el final. Y todo sin apoyarse casi en escenas de acción (apenas tres peleas y una persecución); marcando, muy al contrario, un tono crítico en puntos que retratan aspectos más o menos discutibles del comportamiento de la sociedad, como pueden ser las presiones judiciales (y policiales) o las motivaciones para alistarse en el ejército. Más allá de lo que pudiera parecer, Jack Reacher esconde varias lecturas con bastante enjundia (y actualidad) como la que referencia a la (siempre discutida en Europa) segunda enmienda americana.
Con un apartado técnico cuidado con mimo (con especial atención en el sonido) y una edición precisa, que no deja espacio para los rellenos innecesarios, Jack Reacher es capaz de devolver la fe en los thrillers de aspiraciones más comerciales.
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