El niño
Título Original: El niño
Director: Daniel Monzón
Guión: Daniel Monzón y Jorge Guerricaechevarría
Reparto: Luis Tosar, Bárbara Lennie, Jesús Castro, Jesús Carroza, Mariam Bachir, Sergi López, Eduard Fernández, Saed Chatiby, Ian McShane
España / 2014 / 135′
Productora: Canal Sur Televisión / Canal+ España / Eurimages / Telecinco Cinema / Ikiru Films
Ya va siendo hora de preguntarse porque Daniel Monzón no lleva una década haciendo cine en Hollywood. Sea porque no han aparecido proyectos interesantes o porque el director haya decidido desoír los cantos de sirena norteamericanos, tenemos que alegrarnos de poder seguir presumiendo de un cineasta que desde…
Ya va siendo hora de preguntarse porque Daniel Monzón no lleva una década haciendo cine en Hollywood. Sea porque no han aparecido proyectos interesantes o porque el director haya decidido desoír los cantos de sirena norteamericanos, tenemos que alegrarnos de poder seguir presumiendo de un cineasta que desde el inicio de su carrera ha procurado no repetirse y crecer con cada nuevo proyecto. Infravalorado durante años a pesar de contar en su haber con títulos tan reivindicables como El robo más grande jamás contado (2002), no fue hasta 2011 con su hit Celda 211 cuando público y prensa pusieron a Monzón en el lugar que le correspondía. Una posición de influencia en nuestro cine que confirma con El niño, thriller policiaco de formidable factura que demuestra que con talento y esfuerzo no hay gigantes ni molinos de viento que no pueda tumbar nuestra maltratada industria.
El niño sigue la senda marcada por Celda 211. Monzón ha superado el poso «homenajeador» del que gozaban sus primeros films para dar rienda suelta a su propia voz. Una voz que, de momento, parece sentirse muy cómoda en un thriller que bebe de los códigos norteamericanos (es apreciable la influencia del Michael Mann de Heat [1995], por citar un ejemplo), pero que sabe extrapolarlos a la particular coyuntura española, concretamente la del Estrecho de Gibraltar. Daniel Monzón y su coguionista, Jorge Guerricaechevarría, anclan el género a nuestra realidad, lo que se traduce en la creación de un contexto (o background) que refleja muchas de las problemáticas de la zona tales como la difícil vida en la frontera, la inmigración, el contrabando, las relaciones entre las autoridades españolas y gibraltareñas… temas sobre los que pasan por encima (desviarían la atención sobre las tramas principales), pero que están presentes en todo momento, dando ese halo de autenticidad a la historia.
El film divide su atención en dos frentes: el de la investigación policial con un obsesionado Luis Tosar y una diligente (y comprometida) Bárbara Lennie, y el del ascenso en el gremio del narcotráfico del Niño Jesús Castro y sus compañeros, separados de forma inteligente hasta que el propio devenir del relato marca el momento exacto en que deben confluir para dar pie a un emocionante tercer acto que resume dos de los aspectos más destacados de esta producción. Primero, el buen hacer del equipo actoral. Saed Chatiby y Jesús Castro son dos enormes descubrimientos, mientras que gente como Tosar, Lennie o Eduard Fernández son ejemplos de solvencia; y un Jesús Carroza digno candidato a sonar durante la temporada de premios. No tanto unos deslucidos Ian McShane o Sergi López, con unos rol limitados por las necesidades de la historia). Y, segundo, la fuerte influencia de los personajes femeninos en un film de apariencia tan viril.
Conviene detenernos por un momento en este aspecto aún a riesgo de caer en el spoiler, pues son las féminas las que, de una u otra manera, las que guían la resolución del film. En cuanto a cantidad los papeles de Bárbara Lennie, Mariam Bachir y María García son un poco escuetos en relación a los hombres, pero en cuanto a calidad, a importancia en el guion, no desmerecen en absoluto, destacando en más de una ocasión. Quizás se les pueda achacar a sus roles un excesivo sentido de protección sobre los hombres que las acompañan (por el que seguramente haya quienes puedan hablar de un cierto estereotipo de roles), y sin embargo nadie dudará de su fuerza y valor como personajes. Es Eva quien resuelve el caso cuando su compañero Jesús no da más que palos de ciegos, y son ellas tres quienes, cada una a su manera, determinan y conducen las actitudes de los personajes con los que interactúan.
Cerrado este punto no se puede obviar el apartado visual, envoltorio de lujo para un libreto bien fundado y que funciona casi casi como un reloj (alguna que otra escena podría haberse limado para ganar tiempo al metraje final de unos nada desdeñables 135 minutos). Monzón abandona los espacios cerrados (y controlados) que le han acompañado a lo largo de su carrera (y el sentido claustrofóbico de títulos como La Caja Kovak [2006] o la ya mencionada Celda 211) para irse al otro extremo, localizaciones eminentemente abiertas y a la inmensidad del océano. Con esa actitud de base es lógico que se aborde el más difícil todavía concibiendo un par de persecuciones lancha / helicóptero en pleno Estrecho intensísimas, sin trampa ni cartón. Quizás algún plano concreto chirríe, pero la sensación de autenticidad, de que lo que se ve en pantalla es real, está ahí. Detalle elogiable más cuando la tendencia del cine actual es solucionarlo todo a base cromas y postproducción y que además guarda una relación de coherencia con las intenciones iniciales de la historia de pasar por verídica, de reflejar un mundo que, nos guste o no, forma también parte de nuestro paisaje.
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